Maní, uno de los siete Pueblos Mágicos de Yucatán, invita a los viajeros a adentrarse en un viaje fascinante, lleno de historia, cultura y belleza natural. A tan solo 100 km de Mérida, es decir, una hora y media en automóvil, Maní se presenta como un rincón pintoresco donde se fusionan las huellas de la civilización maya y la influencia colonial española.
Su nombre, Maní, significa “lugar donde todo pasó”, y no es una coincidencia. Este pequeño pero significativo pueblo fue escenario de uno de los episodios más dolorosos en la historia de la región: la quema de los códices mayas y artefactos por parte del fraile Diego de Landa en 1562, un acto que marcó el comienzo de un intento por borrar la memoria cultural y religiosa de los pueblos originarios. Sin embargo, a pesar de los estragos de la historia, Maní ha logrado conservar su identidad maya y fusionarla con el legado colonial, creando un lugar único que refleja la resiliencia de su gente.

Un destino que conserva su espíritu maya
Al caminar por las calles de Maní, los visitantes sienten una profunda conexión con el pasado. Las casonas coloniales, de colores vibrantes, se alinean una tras otra, ofreciéndole al viajero una vista pintoresca y encantadora. Cada esquina, cada edificio, guarda una historia, y es posible ver los vestigios de su pasado prehispánico en la arquitectura y en las costumbres de los habitantes.
Andy Interián Chan, director de Turismo de Maní, señala que lo que hace especial a este Pueblo Mágico no son solo sus sitios históricos, sino las experiencias que se pueden vivir gracias al contacto directo con la gente local. Este enfoque cultural ha hecho que Maní se distinga, no solo por sus monumentos, sino por la calidez y la cercanía de sus habitantes.

El romántico túnel de corazones
Una de las experiencias más entrañables que Maní tiene para ofrecer es el recorrido por la famosa “Calzada del Amor”, un rincón romántico que ha capturado la atención de miles de viajeros. El túnel de corazones, un conjunto de estructuras que forman un bello pasillo adornado con figuras de corazones, es un lugar ideal para aquellos que buscan una escapatoria romántica o simplemente un sitio para dejarse envolver por el amor y la belleza del lugar. Este sitio se ha convertido en uno de los destinos más instagrameables del pueblo, donde parejas y turistas se detienen a capturar momentos de felicidad y armonía.
Uno de los grandes atractivos de Maní es su Parque Central, un lugar que emana una tranquilidad inigualable. Flanqueado por palmeras y rodeado del canto de los pájaros, el parque es el lugar perfecto para caminar, descansar o simplemente “resetearse” mientras se disfruta del aire fresco y el murmullo del viento.
Los bancos de la plaza invitan a los visitantes a sentarse, conversar o meditar en medio de un ambiente relajante, que permite desconectarse de la rutina diaria.
LEER MÁS: Izamal se reinventa para Semana Santa y busca consolidarse como destino turístico
La ceiba y el cenote Xcabachen: conexión con la naturaleza
El cenote Xcabachen es otro de los tesoros naturales de Maní. Bajo la sombra de una imponente ceiba, el árbol sagrado de los mayas, se encuentra la entrada a este misterioso cenote, cuyo origen está rodeado de leyendas locales. Los habitantes del pueblo, guardianes de su tradición oral, cuentan historias fascinantes sobre este espacio natural, que ha sido testigo de rituales y creencias ancestrales.

Visitar el cenote es una experiencia única, donde el visitante no solo podrá refrescarse en sus aguas cristalinas, sino también conectarse con la naturaleza y el misticismo que envuelven a la región. La ceiba, venerada por los mayas, se erige como un símbolo de fortaleza y espiritualidad, recordándonos la profunda relación que los pueblos indígenas tienen con su entorno natural.
Un Pueblo Mágico lleno de historia y cultura
Maní no solo es un sitio para descansar, sino un lugar para aprender y sumergirse en las raíces profundas de la cultura maya. A través de sus monumentos, su gente y sus leyendas, el pueblo ofrece un espacio donde la historia se encuentra con la modernidad, y donde cada rincón tiene una historia que contar.
Este Pueblo Mágico de Yucatán sigue siendo un reflejo de la riqueza cultural y natural de la región, fusionando el pasado y el presente en una experiencia inolvidable para todos aquellos que se aventuran a descubrirlo. Sin duda, Maní es un lugar donde “todo pasó”, y donde cada visitante puede vivir un pedazo de esa historia en cada paso que da.