Por Octavio de la Torre
Presidente de la Concanaco Servytur
El aumento del salario mínimo en México ha sido un paso fundamental hacia la mejora del bienestar de los trabajadores y la reducción de la desigualdad. Sin embargo, las empresas de los sectores del comercio, los servicios y el turismo enfrentan desafíos importantes para mantener su competitividad, especialmente en un entorno donde la productividad y la carga fiscal juegan un papel determinante.
Paul Krugman afirmó que “la productividad no lo es todo, pero a largo plazo lo es casi todo”. Esta idea nos invita a reflexionar sobre cómo las empresas pueden adaptarse a las nuevas condiciones económicas, donde no basta con mantener los costos bajos, sino que es fundamental invertir en innovación, eficiencia y capital humano para sostener el crecimiento a largo plazo.
La productividad, el motor del crecimiento sostenible
La productividad, entendida como la capacidad de producir más con los mismos recursos, es la clave para que las empresas puedan absorber los incrementos salariales sin trasladar los costos a los precios o reducir su plantilla laboral. Sin embargo, en muchos casos, las empresas mexicanas enfrentan barreras estructurales que dificultan su capacidad para mejorar su productividad.
El aumento del salario mínimo debería ser visto como una oportunidad para que las empresas modernicen sus procesos y adopten nuevas tecnologías. Estudios recientes demuestran que las empresas que pagan mejores salarios suelen tener menor rotación de personal y empleados más motivados y productivos . Además, la estabilidad laboral genera ahorros significativos en costos de reclutamiento y capacitación.
Sin embargo, alcanzar una mayor productividad no es un proceso inmediato. Se requiere un entorno propicio, que incluya acceso a financiamiento, infraestructura adecuada y políticas públicas que promuevan la innovación. En este sentido, el sector del comercio, los servicios y el turismo enfrenta una doble tarea: adaptarse a los cambios salariales y, al mismo tiempo, invertir en la transformación de sus procesos operativos.
La frase de Krugman nos recuerda que, si bien la productividad no es la solución inmediata a los desafíos económicos, es el factor que a largo plazo determinará si una empresa o un país puede mantenerse competitivo. Es una apuesta por el futuro que exige paciencia y visión estratégica.
El impacto de la carga fiscal en la competitividad
Además del reto de la productividad, las empresas mexicanas deben lidiar con una carga fiscal que, en muchos casos, limita su capacidad para competir en el mercado global. Los impuestos, las contribuciones y los derechos representan un costo importante para los negocios, especialmente para las pequeñas y medianas empresas, que suelen tener menos recursos para hacer frente a estos pagos.
México ocupa uno de los últimos lugares entre los países de la OCDE en términos de recaudación fiscal como porcentaje del PIB, pero, paradójicamente, las empresas y los trabajadores formales enfrentan una carga impositiva considerable y acumulada de las altas. Esto desalienta la formalidad y genera un entorno donde muchas empresas prefieren operar en la informalidad para evitar los costos asociados a las contribuciones legales.
Entre los principales impuestos que afectan la competitividad empresarial destacan:
- Impuesto Sobre la Renta (ISR): Grava las ganancias de las empresas, reduciendo su capacidad para reinvertir en sus operaciones.
- Impuesto al Valor Agregado (IVA): Afecta directamente los precios finales de los productos y servicios, impactando el consumo.
- Cuotas al Seguro Social en Infonavit: Si bien son esenciales para garantizar los derechos de los trabajadores, representan un costo significativo para las empresas, especialmente tras los incrementos salariales.
- Impuestos estatales y municipales.
Además de los impuestos, existen otros derechos y contribuciones que muchas veces no se traducen en beneficios visibles para las empresas, como el acceso a mejores servicios públicos o infraestructura. Esta falta de retorno percibido genera descontento y fomenta prácticas de evasión fiscal.
La necesidad de una reforma integral
Para que las empresas puedan ser más productivas y competitivas, es necesario replantear el esquema fiscal en México. La carga fiscal debe ser más equitativa y estar acompañada de políticas que incentiven la formalidad y la innovación. Esto incluye:
- Reducción de la carga fiscal para pymes: Brindar incentivos fiscales a las pequeñas y medianas empresas puede ayudarles a absorber los costos laborales y reinvertir en su desarrollo.
- Simplificación administrativa: Facilitar el cumplimiento de las obligaciones fiscales mediante procesos más sencillos y digitales.
- Mayor inversión en infraestructura y capacitación: Los recursos recaudados deben traducirse en mejores servicios públicos que beneficien a las empresas y a la población.
- Mejora de los servicios públicos, seguridad, infraestructura, salud, energía, entre otros.
Equilibrar los desafíos y las oportunidades
El sector del comercio, los servicios y el turismo se enfrenta a un 2025 lleno de desafíos, pero también de oportunidades. La recuperación económica global, el nearshoring y la digitalización son tendencias que pueden beneficiar enormemente a México si se gestionan adecuadamente, siempre y cuando no se cambien las reglas del juego sin consensos.
Para ello, es fundamental que las empresas adopten una visión a largo plazo basada en la mejora continua de su productividad y que el gobierno impulse políticas fiscales que fomenten la competitividad sin ahogar a los negocios formales.
La clave para el éxito en 2025 y más allá será encontrar el equilibrio adecuado entre los incrementos salariales, la carga fiscal y la productividad empresarial. Es hora de apostar por un México más competitivo, justo y sostenible.
En palabras del empresario Henry Ford: “El verdadero progreso es poner la tecnología al alcance de todos”. La digitalización y la innovación serán los grandes aliados del sector para enfrentar los retos de este nuevo entorno económico.
