En Semana Santa, Yucatán vive una dicotomía turística: mientras las costas se llenan de visitantes en busca de sol y mar, los Pueblos Mágicos del interior enfrentan un reto: mantener su gastronomía yucateca. La solución ha sido revolucionar sus menús, combinando la cocina tradicional yucateca con pescados y mariscos frescos. Según Carlos Guillermo Aguirre Aguilar, presidente de la Federación Gastronómica de Yucatán, esta estrategia busca captar a quienes no viajan a la playa, pero anhelan sabores marinos.
Restaurantes en localidades como Valladolid o Izamal ahora ofrecen desde pan de cazón hasta pulpo asado y ceviche, garantizando pesca del día para asegurar calidad. Sin embargo, el alza en precios de insumos clave como el limón —esencial para mariscos— obliga a creatividad: “Si el mero está caro, se usa rubia o mojarra, pero el limón no tiene sustituto”, explica Aguirre Aguilar.

¿Cómo sobreviven los sabores tradicionales de la gastronomía yucateca?
Pese al boom de mariscos, los platillos icónicos no desaparecen:
- Lomitos de Valladolid
- Papadzules
- Longaniza y carne ahumada
- Cochinita pibil (en versión “permitida” para Cuaresma)
Estos platos siguen siendo una apuesta segura para locales y turistas que buscan autenticidad. Además, los pueblos han fortalecido alianzas con agencias de viajes, ofreciendo paquetes turísticos que integran:
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- Experiencias culinarias (talleres de cocina, rutas gastronómicas)
- Hospedaje temático (haciendas, hoteles boutique)
- Tours culturales (zonas arqueológicas, conventos)
El Reto: Competir con el Imán Playero
Aunque la gastronomía es un fuerte atractivo, los Pueblos Mágicos enfrentan desventajas logísticas:
- Menor afluencia que en costas
- Estacionalidad marcada (picos altos solo en puentes)
- Dependencia de precios de insumos (limón, pescados)
Soluciones propuestas:
• Promoción de “Semana Santa alternativa” (evitando masificación)
• Menús flexibles (fusionando mariscos con ingredientes locales)
• Eventos temáticos (ferias gastronómicas, noches de mercado)
Los Pueblos Mágicos de Yucatán demuestran que, incluso en temporadas dominadas por el sol y playa, la gastronomía puede ser un salvavidas. Al equilibrar tradición e innovación, logran ofrecer una experiencia única —lejos del bullicio costero— donde el sabor yucateco sigue siendo el protagonista.